sábado, noviembre 06, 2021

Katherine Knight cocinó a su marido

Ya han pasado 20 años de los terroríficos acontecimientos que sacudieron Aberdeen, situada en el estado de Nueva Gales del Sur. Katherine llevaba una vida de lo más corriente hasta que un día, contra todo pronóstico, decapitó, despellejó y apuñaló 37 veces a su compañero sentimental John Price.


No obstante, el aterrador suceso no terminó aquí, ya que la australiana tenía importantes planes para el cuerpo del recién fallecido. Y es que tras una atroz mutilación que terminó con la piel de Price colgando de un gancho en la salita de estar y con la cabeza formando parte de un guiso, Knight aprovechó los restos de su marido (para ser más concretos la zona de las nalgas) para hacer una comida con verduras que sirvió a sus propios hijos.

Antes de recibir sentencia definitiva, varios testigos afirmaron que Knight era una persona vengativa y cruel, que lastimaba a cualquiera que se le cruzara en su camino. El Dr. Milton, el psicólogo criminal más reconocido de Australia, dijo que Katherine sufría de desorden de personalidad, pero que sin duda había estado perfectamente consciente de sus actos los días 29 de febrero y 1 de marzo del 2000. No obstante, los que no la conocían y la vieron sentada en el banquillo de los acusados por primera vez consideraron que parecía la madre de cualquiera; con mirada tímida y aspecto tranquilo.

La sentencia, sin embargo, fue demoledora. De hecho, fue la más dura otorgada a una mujer en Australia: cadena perpetua y un archivo marcado con la frase: “Nunca deberá ser liberada”.

Lo sorprendente es que la mayoría de sus conocidos dejaron pasar su evidente carácter conflictivo y delictivo, por decir lo menos, y consideraban que ella simplemente era así. Katherine mostró señales muy claras de su personalidad bifurcada desde niña. La familia, lejos de atenuar ese perfil, lo consolidó.

Katherine Knight en el hospital el día después del asesinato después de que intentó sin éxito suicidarse con una sobredosis de medicamentos recetados

Su infancia en una zona rural fue complicada. La comunidad donde vivía con su familia echó a su madre, Barbara Roughan, y la forzó a mudarse a Moree, luego de descubrir que mantenía una relación extra marital con Ken Knight, un compañero de trabajo de su marido Jack Roughan. La relación se convirtió en un verdadero escándalo. La familia se dividió en dos: los hijos más grandes de la familia permanecieron con el padre y los más pequeños fueron enviados con una tía en Sídney.

    Policías afuera de la escena del crímen

En 1959, cuando Katherine tenía cuatro años y su padre biológico se suicidó, la familia volvió a reunirse con un nuevo padre para todos: Ken Knight, un alcohólico que violentaba a Bárbara continuamente para tener relaciones sexuales. Por su parte, ella no oponía resistencia, y tampoco tenía pudor para platicar abiertamente de las acciones a las que las sometía su marido.

         Katherine Knight una historia de                 violencia y locura

Afirmaba delante de sus hijos lo mucho que odiaba el sexo y a los hombres. En ese ambiente, Katherine pronto se quejó de acoso por parte de otros integrantes masculinos de la familia, y la madre le dijo que se dejara hacer y que no anduviera quejándose por ahí. La niña creció, víctima de abuso sexual de parte de varios hombres de la familia.

   Según los informes, fue abusada cuando era niña y fue testigo de las violaciónes de su madre, Barbara Knight y el abuso conyugal a manos de su padrastro.

No es de extrañar entonces que Katherine tuviera episodios de furia incontenible, detonados por los detalles, en apariencia, más insignificantes. Durante su paso por la escuela Muswellbrook, sus compañeros y profesores la recuerdan como una niña a la que le gustaba hacer bullying a los más pequeños. Abandonó sus estudios a los 15 años sin haber aprendido a escribir y leer correctamente; salió casi analfabeta.

             Katherine Knight hoy en día

Trabajó como cortadora en una fábrica de ropa y después consiguió lo que ella misma llamó el trabajo de sus sueños. Entró como aprendiz en el rastro local y aprendió tan rápido, que pronto obtuvo su set de carnicero. Solía colgar sus herramientas de trabajo sobre la cabecera de su cama, para tenerlas a mano en caso de necesitarlas, según ella misma dijo.

De acuerdo a los peritos, Pricey despertó cuando su mujer lo apuñaló por primera vez. Adormilado y aterrorizado trató de encender la luz de la habitación; quizá pensaría que se trataba de una pesadilla de la cual podía despertar. Trató de escapar, corrió desesperado por los pasillos de su casa hasta la puerta de entrada, donde Katherine lo alcanzó y lo arrastró de nuevo al interior. Una vez dentro lo apuñaló otras 36 veces. Seguramente los últimos minutos de Price debieron ser una combinación de terror abyecto y desesperación.