Caldwell tenía un bulldog llamado Wilbur que poseía una mirada hipnótica que aumentaba la percepción y provocaba leves ataques de locura.
Cuando Caldwell pasó demasiado tiempo mirando a su perro, entró en un estado de trance, donde pudo ver más de una dimensión. Podía ver los espíritus de los recién fallecidos, así como visiones de un posible futuro. Nunca hizo la conexión de que fue solo a través de la mirada de su perro que logró ver sus visiones.
Convencido de que era su único ojo el que permitía la “vista”, sacó un anuncio en el periódico. Se convirtió en un defensor de la visión monocular y atrajo seguidores de culto.
